Al mirar por la ventana, entrar en el metro, o en la pared de tu casa está presente. Ha inundado México y algunas personas le tienen pavor; otras no lo entienden y otras más lo borran. El grafftti es una forma de expresión poco entendida y muchas veces satanizada.
Primero hay que conocerlo para después juzgarlo.
Comprender este fenómeno cultural es importante para saber cómo controlar las pintas, ahora tipificadas como delito en el código penal bajo el nombre de contaminación visual. Lejos de verdades jurídicas, la realidad es que en México las oportunidades de los jóvenes para expresarse son casi nulas. Hace aproximadamente tres años comenzó un proyecto, por parte del gobierno del Distrito Federal, para brindar a los graffiteros espacios para pintar. Sin embargo, parece que no ha sido suficiente debido la gran cantidad de chavos que realizan esta actividad.
También hay muchos jóvenes que por falta de conocimiento rayan las paredes sin ningún sentido. Esto le da aun una peor imagen a los demás graffiteros, quienes pretenden hacer arte.
Parece que todo se opone a esta forma de expresión cultural. Pero si todas la partes de la sociedad trabajan con los jóvenes que practican este tipo de pintura y se acercan a ella, pueden cambiar la situación del graffitero y tal vez el punto de vista de la gente ante esta forma de expresión. Dejar de ver rayones en la pared y entender los gritos de los jóvenes en este país.
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